Salamandra de fuego

Salamandra de fuego

Salamandra“… solamente el nombre ya sugiere algo mágico, fantástico o misterioso. ¿Cómo y por qué, uno de nuestros urodelos  más comunes (aunque poco vistos), se ha ganado esa reputación?

Primero, la ficha técnica.

La salamandra común (no confundir con salamanquesa, que es un reptil, por favor), es un anfibio urodelo (con cola), que vive, como todos los anfibios, entre dos mundos: el agua y la tierra. Con adaptaciones tan increíbles como poder respirar a través de la piel, disminuir la cantidad de agua interna para evitar la congelación cuando hace frio extremo, o brumar (la “hibernación” de los anfibios), cuando las bajas temperaturas hacen inviable su supervivencia en términos de metabolismo.

Pero quizá la particularidad más singular de estos anfibios sea su coloración chillona (amarillo y negro brillante combinado de maneras caprichosas). Esta llamativa coloración aposemática (advertencia de su toxicidad), que en algunas especies puede tener también tonos de encendidos rojos o naranjas, probablemente haya contribuido a su leyenda… de la cual incluso le viene el nombre.

Un poco de fantasía.

Y es que si recurrimos a la etimología, la palabra “salamandra” parece tener sus raíces en el término semítico “salambe” (pequeña ventana, agujero o tiro de un hogar o una chimenea). Al parecer, las salamandras se escondían entre los troncos de la leña, y alguna llegaba a la chimenea huyendo despavorida al menor indicio de calor. De aquí surgió la creencia de que las salamandras nacían o resistían al fuego, y de ahí su apelativo de “salamandra de fuego”.

Desde la antigüedad hasta nuestros días, la salamandra ha cautivado nuestra imaginación, formando parte de bestiarios medievales, heráldica, literatura fantástica, videojuegos, juegos de rol… e innumerables logotipos y marcas asociadas a  lo fantástico, misterioso o alternativo. Casi siempre con el fuego como telón de fondo.

La realidad es que es un animalito bastante mágico y especial por su aspecto, inofensivo para el hombre y bastante esquivo, cuya única aspiración es vivir en paz siempre rodeado de humedad.

Sirvan estas líneas como homenaje a la salamandra, y esta imagen (con ayuda de photoshop) para ilustrar esta versión fantástica del mito, a la que me apunto sin dudar 🙂

 

*NOTA ACLARATORIA:

Etimología:

Del latín Salmantica (Salamanca).

Salamanquesa, en la primera acepción es una alteración de salamandra, animal al que se le atribuían propiedades maléficas, influenciado además por la creencia popular de que la famosa Cueva de Salamanca era sede de actividades nigrománticas. De ahí que se conociera popularmente a este animal como salamanquesa, que es uno de los gentilicios de Salamanca (salamanqués), antaño común aunque hoy inusual.

Fuente: Diccionario Dialectal de Peraleda

 

** GALERÍA:

 

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