Hay veces que nos fijamos un objetivo fotográfico concreto y vamos a por él a toda costa. Hacemos planes, preparativos, cargamos baterías y nos ponemos en marcha. Pero en fotografía de naturaleza, como en la vida, las cosas no dependen de nosotros. Puedes prepararte cuanto quieras, pero las condiciones finales escapan por completo de tu voluntad, y es fundamental asumir esto desde el principio.

Ahora bien, para siquiera intentarlo, necesitas ilusión, necesitas creer que es posible. Sin eso, no hay nada. La clave está en alimentar y mantener esa ilusión sin depender totalmente de ella. Seguir con ilusión independientemente del resultado.

Creo que una manera de conseguirlo es mirando alrededor a lo largo del camino. Tener un objetivo está bien y es lo que te mueve en un momento dado, pero la naturaleza (igual que la vida),  te enseña que lo que hay alrededor está lleno de cosas maravillosas, aunque no estuvieran en el guion. Y tienes que aprender a disfrutarlas según te lleguen.

Solo el hecho de seguir intentándolo, de seguir en movimiento, ya te hace estar vivo, te lanza a la aventura, te enseña cosas nuevas y te hace crecer y ser un poco mejor.

Un hijo le preguntó a su padre:

—¿Para qué sirve el horizonte si nunca llegamos a él?

—Hijo, el horizonte sirve para eso, para seguir en movimiento.

Cuando no se consigue un objetivo, quizá la solución no sea cambiar de objetivo, sino de camino para llegar a él.

 

NOTA1: Todas las fotos de este post fueron hechas mientras se buscaba otro objetivo.

NOTA2: Rescato unas palabras del pensamiento de Rafa Nadal en una entrevista.

“Convivir con la imperfección de las cosas para aceptar mejor los errores y los aciertos; nunca es un fracaso cuando uno se esfuerza en conseguir un objetivo”.

“No me gusta la palabra fracaso, eso es no intentarlo”.

“Es importante tener la humildad interna real para aceptar que las cosas no siempre van a ir bien. A partir de ahí uno tolera mejor los momentos malos y encara mejor el futuro“.

 

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