La sierra de Andújar tiene algo mágico. Puedes ir una vez y otra y otra… y nunca dejará de sorprenderte. Sin duda, solo la posibilidad de cruzarte con un lince, de saber que estás en su territorio y que puede que te esté observando él a ti, hace que solo el mero hecho de poner los pies en esa sierra sea una experiencia excitante en sí misma. Los que además tienen la suerte de cruzar su camino con un lince en libertad, pueden sentirse muy afortunados y disfrutar de ese momento único.
Empezando por la luz. El sol es el sol en todas partes. Las nubes son las nubes, y la tierra es la tierra. Ya, esa es la teoría… y sin embargo, en la práctica… ¿por qué todo parece más bonito en esta sierra?
La luz sin la que no hay fotografía, te inspira y te regala momentos únicos llenos de poesía…
Y luego está la vida, que ebulle en cada rincón. Grandes rapaces, pequeños pájaros de colores, ciervos, gamos, muflones, nutrias… la vida animal encuentra aquí un paraíso en el que campear a sus anchas.
Pero la estrella sin duda es el lince ibérico, una especie emblemática de esta Sierra y de España. Una especie que ha pasado de ser símbolo de la decadencia de nuestra naturaleza, con su casi segura extinción, a ser icono de una recuperación casi milagrosa, conseguida a base de lucha, esfuerzo, inversiones y concienciación de todos. Una joya de ojos verdes que tenemos la obligación de preservar a toda costa para que las futuras generaciones puedan disfrutarla.
*NOTA: las fotografías de lince están realizadas en condiciones controladas
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