El propósito de un perro

El propósito de un perro

Me llamo Yadi.

O al menos eso es lo  primero que oigo cada vez que se dirigen a mí. Yadi, Yadita… a mí me suena genial, más que por la palabra, por esa vocecilla melosa con la que me lo dicen. Me gusta. Tengo los ojos caídos, pero… ¡para nada estoy triste! Si me encanta jugar

He nacido en un número, creo. Diez… no… ¡Once! No sé muy bien lo que significa eso, pero sé que es un número porque sé contar. Cuento las bolitas de comida que me echan, no sea que haya de menos…

A veces me ponen una especie de capa amarilla rara que me está enorme y que tiene el superpoder de dejarme entrar donde otros perros no pueden, a lo mejor es que me vuelve invisible, no lo sé. Bueno, no creo porque en realidad todo el mundo me mira y me quiere acariciar…

Vivo en una casa con niños y me lo paso genial, aunque no entiendo por qué a veces se enfadan conmigo cuando utilizo los mordedores que amablemente dejan a mi alcance: gafas, zapatillas, botas, cargadores de móvil,… yo, por supuesto, agradezco mucho tanta variedad…

Sigo yendo cada cierto tiempo a la “Once”. Hay otros perros como yo. En las paredes hay fotos muy bonitas. En algunas se nos ve con las capas amarillas, en otras al lado de personas que tienen los ojos cerrados o gafas oscuras. Creo que nosotros les acompañamos para que no se pierdan.

Pero a mí me juntan con otros perros para que juguemos… suelen ser altos, fuertes y guapos… ¡parece que los eligen! A mí no me parece mal, y bueno… juego va, juego viene… pues a veces se nos va un poco de las manos…

Noto algo en mi barriga, como un cosquilleo… me han puesto una máquina en la que se ven unas fotos raras azules y negras. Yo no sé lo que es pero el cosquilleo sigue, la verdad es que estoy algo incómoda.

Hasta que un día me encuentro especialmente cansada… tengo que tumbarme, noto… espera, ya sé lo que pasa: creo que voy a ser madre. Así que esto era el cosquilleo… bueno, van a darme un poco de guerra, pero… son guapos, ¿no? (la verdad que el padre era un bombón…).

A estos siete enanos les ponemos nombres que empiezan por la “Q”. “Queisha” es mi favorita, se parece mucho a mí… ¿seguirá mis pasos?

Creo que yo no voy a acompañar a las personas de los ojos cerrados. Pero quién sabe, quizá alguno de estos enanos algún día pueda…

En todo este tiempo he conocido a otros perros que ya están trabajando (creo que lo llaman “Guías“), o están a punto de hacerlo, como Jacob, Noe, Astro, Jasper… todos ellos muy guapos. Yo misma vivo con Lilo, otro perro que ha sido descartado por un problema en sus patas.

Ya no me llaman “Yadita”, ahora soy solo “Yada”. Tengo algunos pelos blancos en la barbilla y acabo de ser madre por segunda vez.  Los cuido, los limpio y los dejo preparados para que se vayan con una nueva familia. Aquí estoy con Aura, hermana de Aster, Andy, Arena… y así hasta nueve, todos ellos con la “A”.

Ya sé cómo funciona esto. Somos futuros guías, y nos entrenan para ser los ojos de las personas que no pueden ver. Pero antes de adiestrarnos, necesitamos pasar nuestro primer año de vida en una familia que nos enseñe lo más básico mientras todavía somos demasiado cachorros para aprender. Algunos no lo conseguirán y serán descartados por problemas físicos o de temperamento. Otros pasarán al siguiente nivel de entrenamiento, y solo unos pocos, como yo, serán seleccionados para traer al mundo a las siguientes generaciones.

Hoy es un día muy especial. Hoy voy a conocer a Arancha. Es teleoperadora y trabaja desde casa. Nació con un defecto en la vista que por desgracia ha ido a más… hace cinco años, justo cuando yo nací, solicitó a la Once que le asignaran un guía. Y por fin, después de un año de vivir en familia con Virginia, de ocho meses de entrenamiento con los adiestradores y de dos semanas de trabajo de acoplamiento con ella, una preciosa labradora dorada como el trigo será sus ojos. Gracias a ella, Arancha dejará de trabajar en casa y podrá desplazarse cada día a la central, en Sevilla. Podrá integrarse con sus compañeros y sentirse más segura que solo con su bastón.

Y yo, estoy muy orgullosa de que Quba, una de mis hijas que justo ahora cumplirá dos años, acompañe a partir de ahora a Arancha en su nueva vida. Otros como Scooby, Udán… harán lo mismo con otros invidentes.

Espero que juntos hagan un gran equipo, como el que hacen familias, educadores, adiestradores y cuidadores, para que nosotros, futuros perros guía, podamos seguir cumpliendo con esta bonita labor.

Yo seguiría haciéndola… a ojos cerrados.

 

 

 

 

 

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