Una playa cualquiera del Mediterráneo. Agua templadita. Arena blanca, fina. Niños con los cubos y las palas, sombrillas (demasiadas), toallas, cuerpos al sol, chiringuitos, tablas de padel surf… y espigones.
El espigón es ese lugar donde hemos cazado cangrejos por primera vez. Y lapas. Y donde hemos intentado pescar con un rudimentario aparejo hecho con un hilo y un anzuelo. Y donde lo hemos conseguido (nuestro primer pez), y donde van los niños cuando ya se han aburrido de bañarse, cuando hay bandera amarilla y las madres no te dejan meterte… o cuando hay bandera roja y ni tú te atreves a meterte.
En la punta del espigón suele haber un pescador. Es mayor, y tiene todo un set de accesorios que lo identifican. Una silla plegable con reposabrazos, una caña de pescar que brilla mucho, una caja de herramientas increíble, con plomos, boyas y anzuelos de diferentes formas y tamaños. Hilo de repuesto. Cajitas con lombrices (¡qué asco!). Normalmente lleva un sombrerito o una gorra de marinero blanca con la visera azul y un dibujo de una soga en el frente (a veces pone “CAPITÁN”). Normalmente tiene mal humor porque le estás estropeando su ratito de paz y soledad, pero luego si le preguntas cosas de los peces, en realidad es amable y le gusta compartir lo que sabe, que es mucho.
Tiene un cubo con agua y dentro… ¡hay un pez! Lo ha pescado con su caña y tú lo miras entre triste y fascinado, sin saber si será la cena del día o si lo devolverá de nuevo al mar. Da vueltas en el cubo con dificultad, y es inevitable meter un dedo (con un poco de miedo, eso sí), y te das cuenta de que está frio y resbala. ¡Pobre pez!
Y pasan los años y mientras el pescador sigue pescando, los niños jugando con la arena y la gente refrescándose en el agua o tomando algo en los chiringuitos, tú decides investigar qué habrá debajo del espigón…
Y descubres un mundo fantástico que no imaginabas que podía existir…
Con jardines de fantasía…
Un “barrio” con vecinos de colores que te miran con curiosidad…
Otros que se esconden y prefieren no ser vistos…
Seres que parecen de otros mundos, con brazos en la cabeza…
Los hay que tienen estrella…
Y los hay que no saben si son serpiente o son estrella…
Hay quienes parece que han perdido su concha…
Y quienes se han adueñado de una que no es la suya…
Están quienes se entierran en la arena hasta que un pie se les viene encima y entonces pinchan… (¡qué dolor!)
Aunque no son los únicos que pinchan…
Sin los peces payaso, pero también están las anémonas…
Y algunas nécoras que huían de los niños…
Están los solitarios…
y los que nunca van solos…
***
Los espigones fueron creados como rompeolas para proteger las playas de los embates del mar, que cuando está cabreado, es una fuerza imparable por potencia y por insistencia. Sin embargo también son un increíble refugio y hogar de animales con los que compartimos (a veces sin saberlo), esta gran piscina de verano que es el mar.
No tengas miedo, y sigue disfrutando de tus veranos en la playa… 🙂
P.S.: Todas las fotos de este post han sido realizadas en diferentes momentos en un espigón del levante español…
Precioso post y fotografías. Gracias
A ti por leerlo!
Precioso!!! Gracias por enseñarnos a estos vecinos tan cercanos y a veces tan desconocidos. Hay tantos mundos en este mundo…
Exacto! hay otros mundos, pero están en este… 🙂 Gracias a ti!
Como siempre Ramiro, siempre es un placer leerte y contemplar tus imágenes.
Felicidades y gracias por compartir
Gracias compañero, un placer compartirlo, ya lo sabes! Abrazo…
Ramiro, mil gracias, como te dice Javier, por el relato (como siempre) y por mostrarnos con imágenes, además bonitas, los otros bañistas. Abrazos
Ramiro, mil gracias, como te dice Javier, por el relato (como siempre) y por mostrarnos con imágenes, además bonitas, a los otros bañistas. Abrazos
Muchas gracias Pepe!